La inacabada Feria Internacional Rashid Karami, diseñada por Oscar Niemeyer para la capital del Líbano, podría obtener el reconocimiento de Patrimonio Mundial de la Unesco. La obra tiene como objetivo forjar una imagen simbólica de modernidad en el país.
Sin embargo, el objetivo nunca fue alcanzado. Las obras, iniciadas a principios de aquella década, estaban programadas para finalizarse en 1966, o, en el peor de los casos, 1967, pero una sucesión de contratiempos hizo que el proyecto nunca se terminara. Los problemas técnicos, presupuestos incoherentes, retrasos en las obras y corrupciones en el sector de la construcción se sumaron a la eclosión de la guerra del Líbano en 1975, resultando en el sepultamiento del proyecto -que en aquel momento estaba casi finalizado.
El diseño claramente reconocible de la estructura de concreto hace bastante sencillo deducir la autoría del proyecto. El jardín donde la feria se ubica es obra de otro maestro del modernismo brasileño, el paisajista Roberto Burle Marx. En el jardín de 10 mil hectáreas, otros edificios componen el complejo de Trípoli: un teatro al aire libre, una sala de conciertos, un helipuerto y espacios para alojamiento.
En los años de guerra, el proyecto que debía simbolizar un avance cultural y social sirvió de base para las fuerzas militares. Con el fin de la guerra y la retirada del ejército, el complejo se convirtió en un gran espacio residual, siendo abandonado a la amenaza de la depredación y ocupaciones ilegales.
La Feria fue incluida en la lista de los cien monumentos más amenazados del mundo por la fundación World Monument Fund (WMF), y volvió a la discusión con la reciente apertura de la exposición "Ciclos del Progreso en Colapso", coorganizada por el Museo de Arte de Beirut y, de la Studiocur / art, con el patrocinio del ministerio libanés de la Cultura, de la Unesco y de la fundación Mikati, de Trípoli.